El 12 de diciembre de 2015, Sergio Mattarella, un antiguo juez de Sicilia, cuyo hermano fue asesinado por la Mafia en 1980, y que hoy preside la República italiana, inauguró en el oratorio de San Lorenzo de Palermo una réplica de la Natividad con San Francisco y San Lorenzo (1609). Una obra maestra de Caravaggio (1571-1610) arrancada del altar de la iglesia durante la tormentosa noche del 17 al 18 de octubre de 1969.En la penumbra, dos individuos irrumpieron en el templo, cortaron el lienzo de más de 2,5 metros con una cuchilla de afeitar y desaparecieron. Desde entonces, Italia y el FBI la persiguen. Es la tercera obra de arte más buscada del mundo. Pero hace 46 años que falta y solo se escuchan los rumores de mafiosos arrepentidos. En Palermo, algunos sostienen que los ladrones la dañaron tanto al arrancarla del oratorio que tuvieron que destruirla; otros, que se escondía en un establo y, descuidada, los cerdos terminaron devorándola, e incluso hay quien cuenta que Toto Riína la usaba de alfombra en sus reuniones.
Esa arrogante imagen de poder del jefe mafioso atravesó a Sergio Mattarella al contemplar la virtuosa recreación digital que el artista británico Adam Lowe y su equipo de Factum Arte —un laboratorio madrileño pionero en la reproducción de obras de arte— habían conseguido a partir de muy poco. Solo pudieron utilizar una foto en color que se tomó un año antes de que fuera robada y varios negativos en blanco y negro sacados en 1951 durante la última restauración de la Natividad. “La imagen no es un facsímil, porque nunca hemos visto el original, sino una recreación. Ojalá que contemplar la réplica anime a devolver el cuadro”, relata Adam Lowe.
En Palermo, algunos sostienen que los ladrones la dañaron tanto al arrancarla del oratorio que tuvieron que destruirla
Paradojas de su talento, siglos después de su muerte, a los cuadros del genio lombardo todavía les acucian la redención y la violencia. Caravaggio vivió en una sociedad de honor, furia y prostitución. Sin embargo, retrató a las mujeres vulgares con una dignidad nunca vista en la pintura. Una prostituta ahogada en el río Tíber, con el vientre hinchado de agua, renace como modelo de la Virgen. Mientras las ancianas de sus lienzos conservan la belleza del paso de los días.
La originalidad de su trabajo, la escasa producción (entre 50 y 60 lienzos) que se conserva, la ausencia de bocetos, una vida novelada —mezcla de asesinatos, ira (dormía con una daga) y genio— y “un talento único para transmitir a la pintura un deseo homoerótico lo convierten en un artista moderno”, analiza Andrés Úbeda, jefe de pintura italiana y francesa del Museo del Prado. Y lo actual conecta con las masas. La National Gallery (Londres), Patrimonio Nacional y el Museo Thyssen-Bornemisza fraguan propuestas sobre Caravaggio. Con sus claroscuros. “Patrimonio nos denegó el préstamo de Salomé con la cabeza del Bautista [una de las tres únicas telas de atribución indiscutible que conserva España y que vertebra la exposición En el siglo de Caravaggio; un viaje por obras maestras del Seicento atesoradas en las Colecciones Reales] y ahora lanza su muestra del genio barroco cuando llevamos meses anunciando la nuestra. Esto es contraprogramar”, critica Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen. Patrimonio lo niega. Su propuesta —sostiene— se conocía desde julio de 2015 e incluso se habló de fijar una entrada conjunta para las dos.
“El boom de Caravaggio es un boom del dinero”, advierte un reconocido experto que pide no ser identificado
Una tensión que revela que la caravaggiomanía supone visitas, patrocinios y dinero. A finales de 2014, Mina Gregori, de 91 años, la voz más prestigiosa en el universo del pintor, aseguró haber descubierto el original de la María Magdalena en éxtasis (1610). La tela ya está recorriendo su tournée de exposiciones y seguramente saldrá al mercado. Entonces costará al menos 80 millones de euros. “El boom de Caravaggio es un boom del dinero”, advierte un reconocido experto que pide no ser identificado. Porque hay historias que parecen demasiado bellas para ser ciertas. Como encontrar en el trastero de una vieja casona de Toulouse (Francia) nada menos que una Judith y Holofernes (1605). Esto ocurría hace dos semanas. Si es una copia del artista flamenco Louis Finson (amigo de Caravaggio), vale 50.000 euros, pero si procede del genio, unos 100 millones. Una diferencia inmensa que desencadena un baile de certezas e incertidumbres. El Thyssen no ve al maestro “por ninguna parte” y al Prado la tela le genera “bastantes dudas”. Sin embargo, Catherine Puglisi —autora de una monografía del artista— cree que “bien pudiera ser” del lombardo. Aunque el Louvre admite que tal vez “nunca haya una certeza absoluta”. Todas las opciones son posibles. Porque Caravaggio es una ciencia lucrativa pero inexacta.
FUENTE: ( http://cultura.elpais.com)
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