Desde hace tres años, los olivos de la provincia italiana de Lecce, en la región de Apulia, se secan y mueren. El motivo es una bacteria nunca vista antes en Europa. Comienzan secándose las hojas, a continuación las ramas y finalmente todo el árbol se marchita y muere. Los que más sufren son los olivos centenarios. Ya en 2014 las autoridades lo calificaron como una epidemia y hay cerca de un millón de olivos afectados.
El asunto es de extrema gravedad porque esta región del sur de Italia es la primera productora de aceite de oliva de un país que, a su vez, produce en torno al 20% del que se consume en todo el mundo. Italia es el segundo productor mundial de aceite de oliva, solo por detrás de España. En Apulia, una zona rural y castigada por la crisis económica, más de 50.000 empresarios se dedican al cultivo del olivo. Además de ver amenazada su producción con una situación calificada como “catastrófica” por el Gobierno regional y afectar así al mercado global del aceite, esta enfermedad que ataca a los olivos supone el mayor riesgo a nivel europeo para la salud de estos árboles. Se suma el peligro de que el brote pudiera afectar a otras plantaciones.
En 2013, técnicos agrícolas encontraron la bacteria Xylella fastidiosa en los olivos de Apulia, pero no había evidencia científica de que fuera la culpable. El riesgo de que la epidemia se extendiera atemorizó a las autoridades europeas, que destinaron un fondo de 13 millones de euros para investigar las causas de la enfermedad y darle solución. El primer paso fue ordenar sacrificios masivos de árboles afectados por el brote y, a continuación, iniciar las investigaciones para determinar la causa del problema.
Tras dos años de estudio, los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones italiano y de la Universidad de Bari, en colaboración conla Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), hallaron la causa de la muerte masiva de los olivos: se trata de la cepa CoDiRo de la bacteria Xylella fastidiosa, una bacteria nunca antes encontrada en Europa y conocida en América del Norte y Sudamérica, donde afecta a diferentes cultivos de diferente importancia económica como cítricos, viñas o café.
“Por primera vez ha quedado demostrada la relación causa-efecto entre la bacteria Xylella fastidiosa y la enfermedad de los olivos de Apulia”, subrayó el director de Salud Animal y Vegetal de la EFSA, Giuseppe Stancanelli. El hallazgo es “un importante paso adelante” que permitirá “valorar adecuadamente el riesgo de la epidemia”, añadió el científico.
El riesgo continua
Los investigadores llegaron a esta conclusión después de comprobar que las plantas de olivo sometidas a la inoculación artificial de esta bacteria en invernadero mostraron, después de un tiempo de entre 12 y 14 meses, los mismos síntomas que los árboles que estaban plantados en el campo. El problema, sin embargo, no termina aquí. Stancanelli destaca que "el riesgo continúa, no se reduce, pero aumenta el conocimiento sobre el problema". A partir de ahora, es necesario "seguir estudiando para buscar soluciones". Mientras tanto, continuará prohibido el comercio de plantas procedentes de Lecce porque, aunque la propagación por los insectos es lenta, la del comercio de vegetales sí podría extender la epidemia a gran velocidad.
Las investigaciones para encontrar una solución a este problema continuarán durante otros diez años. Aunque esté localizada la causa, ahora es necesario encontrar una solución. Es lo que esperan los agricultores y productores de aceite de oliva, que aún no se han recuperado de la pesadilla de 2014, que trajo un descenso del 37 % en su producción y llevó al mínimo histórico de 300.000 toneladas.
FUENTE: (http://economia.elpais.com/)
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