miércoles, 27 de mayo de 2015

Inmigración italiana en Chile



La inmigración italiana en Chile se desarrolló a partir del siglo XIX y se concentró en las principales ciudades. Hubo un solo caso de colonización rural: la fundación del pueblo de Capitán Pastene en el sur de Chile.





Características

De acuerdo a ciertas estimaciones el número de descendientes de italianos en Chile sería de 150 000 personas,2 de los cuales cierto porcentaje serían inmigrantes llegados en primera instancia a Argentina y Uruguay, principalmente desde Buenos Aires. Más tarde, debido al auge económico chileno y las buenas oportunidades de trabajo, cientos de argentinos emigraron al país siendo un número importante de ellos descendientes de italianos. A diferencia de otra comunidades inmigrantes, los italianos no se concentraron en alguna zona específica del país.

La inmigración italiana se produjo de manera espontánea y no correspondió a un período determinado. Italianos emigraron a Iquique en la época del salitre y a Arica después, a la actual Región de Atacama y una importante colonia venida de Trento se estableció en La Serena así como en Isla de Maipo, en Valparaíso, en algunos barrios de Santiago, Concepción, Punta Arenas, y la Región de La Araucanía.

Esta última zona recibió un buen número de inmigrantes en pocos años donde durante 1883 y 1901 llegaron más de 20 700 italianos a colonizar la zona, posteriormente llegaron unas 2600 familias más a fundar Capitán Pastene, y poblar Lumaco y Purén.




Inmigración por región
Tarapacá




Monumento regalado por el Reino de Italia a Chile en 1910, ubicado en la Plaza Italia de Santiago.

En 1883 numerosas oficinas salitreras pertenecían o eran explotadas bajo concesión por empresarios italianos; entre ellos cabe nombrar las de Pedro Perfetti, “Tres Marías”, “La Santiago” y “California”; las de Juan Sanghinetti, “San José de Puntuchara” y “Tránsito”; la oficina “Santa Rosa” en la cual Gregorio Peragallo trabajaba como contratista de elaboración, “San José de la Noria” de Pío Fasola; “Santa Adela” y “San José de Devéscovi” del empresario oriundo de Dalmacia (actualmente Croacia), Pedro Devéscovi, al cual la colonia italiana consideraba su coterráneo; Sebastopol del hijo de italiano, Pedro Gamboni Vera.

Terminada la guerra, el comercio en Iquique, Caleta Buena, Junín, Mejillones del Norte y otros aumentó notablemente y estaba en manos de numerosos italianos: Tomás Capella, industrial elaborador de cigarrillos, las familias Rossi, Sacco, Vallebona, Zanelli, Merani, etc. que figuraron entre los fundadores en 1882 de la Sociedad de Beneficencia y Socorros Mutuos Fratellanza Italiana. Esta y la Compañía de Bomberos Ausonia - cuyo nombre evoca la mítica tierra cantada por Virgilio en su Eneida- fundada el 3 de enero de 1874, serían las primeras agrupaciones sociales de los italianos en la zona. A ellas se agregó posteriormente la Sociedad Italiana de Instrucción, con dos escuelas de niños; el Círculo Musical Italiano y la Sociedad Republicana “Giuseppe Mazzini”, establecida en 1892 por J. B. Perasso, un entusiasta republicano dentro de una colonia que era en su mayor parte de ideas monárquicas.

En esa misma época los sacerdotes salesianos establecieron el Colegio Don Bosco, orientado a la enseñanza comercial, vinculado con la colectividad italiana durante el período del esplendor salitrero. También se fundó una compañía de seguros, la Compañía Italiana de Seguros contra incendios “Cristóforo Colombo”

El panorama de auge económico quedaría ensombrecido con los luctuosos sucesos que 1891 depararía para Iquique, durante el desarrollo de la lucha fratricida entre los partidarios de la escuadra sublevada y las fuerzas leales al Presidente Balmaceda. Los italianos, a través de la Bomba Ausonia, formaron guardias cívicas para proteger sus propiedades durante el ataque a Iquique. Dichas guardias adoptaron una estricta neutralidad. Por su parte, el Intendente Salinas formó una guardia que era una legión extranjera de unos 6000 hombres, en donde militaron varios italianos.

El saldo de los combates de la Guerra Civil de 1891 produjo numerosos muertos y daños a propiedades de colonos italianos, los que ya estaban acostumbrados a adversidades de ese tipo, ya que luego de los maremotos de 1868 y 1877, habían tenido que afrontar los bombardeos de 1879 y pavorosos incendios como el de 1880, que destruyera el centro comercial “en una extensión de treinta manzanas; el de 1883 que devoró quince; el de 1884, que duró siete días y el de 1885 que abarcó en su terrible círculo de fuego los cuarteles de las bombas Germania y Ausonia”.

Tales siniestros que cambiaban poco a poco la faz de la ciudad, contribuyeron a la construcción de cada vez mejores edificios. La colonia italiana construyó en 1892 el amplio y hermoso edificio “Colombino”, inaugurado solemnemente el 12 de octubre de dicho año. En dicho local funcionarían hasta 1956 todas las instituciones sociales de la colonia italiana iquiqueña.

A finales del siglo XIX surgió una nueva agitación con el clima de amenaza de guerra entre Chile y Argentina. De las informaciones de la prensa de la época se infiere un sentimiento de afinidad y compromiso de los italianos con la tierra que los ha acogido, expresado en él repudio hacia los italianos que en el país trasandino estarían formando legiones italianas que apoyaban la carrera belicista de Julio Roca contra Chile.3

La colonia italiana de Iquique recibió un comunicado de Santiago, según el cual las sociedades italianas de la capital reunidas acordaron el nombramiento de una comisión “que acompañada del regio representante patrio se apersonará al Presidente de Chile, expresando sus sentimientos respecto al proceder de algunos italianos residentes en Argentina.

Una de las actividades a la que se dedicaron frecuentemente los italianos fue el deporte, practicando mayoritariamente el ciclismo. Existía un club al que estaban afiliados los que poseían bicicletas y su directiva para 1910 estaba conformada por Lorenzo Busolino como presidente activo, Reinaldo Sessarego como vicepresidente, Pablo Arata, César Besio y Eugenio Tarssetti como directores y el Dr. Miguel Garbarini era el médico del club. También existió un Centro Sportivo cuyo vicepresidente era Carlos Viollo.

El fútbol no fue exclusivo de los ingleses ya que hubo un “Junior Foot-ball Club” cuyo presidente honorario era el dueño de la Botica y Droguería del Sol, Sr. Gennari. Los vicepresidentes y el tesorero fueron Reinaldo Sessarego, Lorenzo Delucchi y Vicente Tarssetti.

Los italianos también participaron en Actividades Mutualistas, en 1910 hallamos como tesoreros de la Sociedad Internacional de Artesanos, a Domingo Pallavicini y a César Bacigalupo. En la Unión Marítima figuraban como subtesorero Justo Badani y como vocal Carlos Pichele.

La actividad social fue un elemento importante dentro de la vida de los residentes italianos, y dentro de este punto la Bomba Ausonia fue un baluarte, fue fundada el 13 de enero de 1874, tuvo brillantes demostraciones de valor en el maremoto de 1877 y en los innumerables incendios de la historia de Iquique. Ocupaba la planta baja del Edificio Colombino de Tarapacá 44 entre 1892 y 1956.

Para 1910 su directorio estaba integrado por Jorge Romussi; Blas Arata, Antonio Onetto, Luis Tassara y Angel Priaroni, Médicos los doctores Meriggio y Garbarini. Los oficiales eran Alejandro Pessolo, Pilo Marazzino, Pedro Bardi, Miguel Cambano, José Chiappe, Próspero Onetto, Agustín Locatelli, Victorio Tassara, Rómulo Bosso, Juan Sacco y David Besaccia.

En 1936 era Director Esteban Sacco y Capitán Mario Sfrazzani, Comandante del Cuerpo de Bomberos de Iquique era Carlos Rossi y pro-secretario general Francisco Catanzaro.

Como se puede apreciar siempre la actividad bomberil fue relevante para los inmigrantes italianos. Lo anterior se ve ratificado en el hecho de que italianos participaban también en otras compañías de bomberos; Humberto Vallebona, Nicolás Polocroni y Arquímedes Bagliolis son directores de la Bomba Tarapacá en 1910. Antonio Polocroni es miembro del consejo de disciplina de la Bomba Zapadores y en la Bomba Peruana participaba Carlos Viollo.

Otra actividad en la que encontramos residentes italianos, es en la de los ferrocarriles salitreros. En 1910 encontramos a César Bacigalupo como ayudante de tráfico de The Nitrate Railways Co.; Passi era el Jefe de Estación y Telegrafista de Pintados. En el Ferrocarril Agua Santa – Caleta Buena estaba Enrique Lubini, pesador de carbón y Máximo Paniagua como recibidor y despachador de los planos. En Alto Caleta Buena, Miguel Viteri era ayudante telegrafista. En Estación Huara el jefe de estación era Rafael Lanchini.

Como hemos revisado en las líneas anteriores, los italianos y sus descendientes participaron en múltiples actividades que se desarrollaron en la región de Tarapacá, y no solamente en el comercio, aunque este último fue el ámbito en el que más se destacaron. Una de las actividades a la que se dedicaron frecuentemente los italianos fue el deporte, practicando mayoritariamente el ciclismo. Existía un club al que estaban afiliados los que poseían bicicletas y su directiva para 1910 estaba conformada por Lorenzo Busolino como presidente activo, Reinaldo Sessarego como vicepresidente, Pablo Arata, César Besio y Eugenio Tarssetti como directores y el Dr. Miguel Garbarini era el médico del club. También existió un Centro Sportivo cuyo vicepresidente era Carlos Viollo.4

En el período comprendido entre 1920 y 1940, el comercio seguirá siendo una de las actividades principales de la colectividad italiana en Iquique, pese a la aguda crisis que experimentó la región a partir de 1924 a causa del cierre de la mayor parte de las explotaciones salitreras, obligando a la liquidación de algunos establecimientos y a la drástica reducción de otros. Otro factor de la decadencia del rubro fue la enorme competencia entre comerciantes que vendían lo mismo, reduciéndose al mínimo las utilidades.

Hacia 1936 el Banco Italiano ya había cerrado su Agencia en Iquique, ante la competencia de otras instituciones. En esa misma fecha don Antonio Brazzale era Consejero de la Cámara de Comercio de la ciudad. De las grandes firmas permanecieron hasta entonces Solimano, Chiappe y Compañía. El resto de las grandes casas de italianos ha desaparecido junto con el esplendor del nitrato, sus propietarios ya han fallecido, pero permanece la presencia italiana en el rubro comercial mediano y pequeño.

Los descendientes de italianos Pablo Barbagelata y Rodolfo Confalonieri representan respectivamente a la Compañía de Tabacos de Talca y a productos Carozzi. En el rubro de frutos del país están Silvio Lanata, Francisco Cerisola, Casanegra y Emilio Rossi. En el rubro ferretería: La Esmeralda, de Humberto Costa.

También podemos citar las siguientes tiendas: La Verbena de Cúneo Hnos.; El Vaticano de Juan Coronata y Cía.; La Joven Italia de Sacco, Baldazano y Cía.; La Veneciana de Boero y Canessa; La Confianza de Solari Hnos.; La ciudad de Londres de Esteban y José Solari; La Ideal de Gandolfo Hnos.; La Liguria de Magnasco y Cía.; Casa Cánepa de Cánepa Hnos.; Princesa y Yolanda de Machiavello y Mortola; Pabellón de Pica de Mario Zolezzi; La Victoriosa de Francisco Mattei; Palermo de Profumo y Cía.; La Triunfante de Lanino Hnos.; y la sastrería de Mario Maggio. En el rubro zapaterías encontramos a P. Tulliano y Vicente Petrillo.

La casa de préstamos La Confianza era la única agencia de los socios Carlos Rossi y Mario Sfrazzani. Agentes de Seguros eran Rosa Cossa y Vigliensoni, Bermúdez y Cía.

En el ámbito hotelero y gastronómico debemos mencionar a Mario Maiocchi, propietario del famoso Chalet Suisse, selecto Restaurante a orillas del mar. El antiguo hotel Génova de Priaroni y luego de Salamero cambió de manos y de nombre al adquirirlo un español y pasar a denominarse España. En lo que se refiere a otros negocios tenemos a: Pedro Donaggio, Tassistro y Cía.; Barracas de Madera. Silvio Figallo, Tassistro y Cía.; Fábrica de Fideos. Francisco Vasallo; Bebidas gaseosas. Juan Gnecco; Licores. Francisco Lassala y Pizzani Hnos.; Panaderías. Teodoro de Bernardis; Repuestos de Automóviles. Coronata Hnos.; Agente de Philco, receptores de radio.

Así, si las grandes empresas pertenecientes a miembros de la colonia italiana decayeron junto con otras ligadas directamente a la industria salitrera, las italianas del sector medio y pequeño en cambio, se consolidaron en la ciudad de Iquique, manteniendo su liderazgo, conservando esta colectividad el predominio de las actividades comerciales de la ciudad.




Valparaíso

La inmigración italiana en Chile, durante la segunda mitad del siglo XIX, se concentró fundamentalmente en la ciudad de Valparaíso y fue hecha principalmente por genoveses.

Valparaíso, durante el siglo XIX, sobresalió como un centro de notable atracción para los extranjeros, en razón de su descollante actividad comercial local, y sobre todo, regional. La evolución de la colectividad italiana se vincula íntimamente al proceso de evolución urbana. El crecimiento demográfico extraordinario que experimentó la ciudad significó la existencia de un mercado de consumo aunque desprovisto de una infraestructura de servicios urbanos. Entre éstos, los establecimientos industriales de productos alimenticios y los locales de expendios de estos productos generaron un espacio que en primera instancia fueron prácticamente monopolizados por los españoles. Sin embargo, el conflicto chileno-español de 1866 determinó el alejamiento de muchos de estos comerciantes, lo que dejó un amplio espacio que fue copado por los italianos.

"Don Giuseppe de la esquina", les llamaban a todos los almaceneros italianos que se instalaron en Valparaíso. La mayoría de ellos provenía de la Región de Liguria y para 1895 eran la colonia más numerosa del Puerto. Parte de su legado son la 6.ª Compañía de Bomberos Cristoforo Colombo - a la que aún sólo pueden ingresar aquellos que tengan apellido italiano - y el edificio de la Scuola Italiana en la avenida Pedro Montt, declarado Monumento Histórico Nacional.

De acuerdo a la matrícula comercial de 1849 Valparaíso contaba con 418 establecimientos comerciales, de los cuales 60 pertenecían a italianos, distribuidos de la siguiente manera: 1 fundición de metales (Fundición "La Patria" propiedad de Antonio Stefano Costa Rocca e hijos), 2 almacenes, 20 tiendas, 2 bóticas, 3 pulperías, 2 herrerías y 2 joyerías. La misma fuente, para 1858, revela tanto un incremento de los establecimientos pertenecientes a los italianos, como también la manifestación de una tenencia, que posteriormente se consolidará, en concretarse en los almacenes y despachos ya que este tipo de establecimientos aglutinaban a un 40 % del grupo de comerciantes italianos.

Hacia 1904 el cónsul italiano en Valparaíso sostenía que sus connacionales eran propietarios del 90 % de los almacenes y del 74 % de los despachos de la ciudad. Haciendo notar también que la forma en que operan estos individuos es fundamentalmente en base a su esfuerzo y constancia, con lo cual logran algunos ahorros que finalmente a través del tiempo les permite consolidar una pequeña fortuna.

La participación industrial de los italianos se orientó básicamente a la pequeña industria relacionada con el grupo de alimentos o en general, caracterizadas como empresas familiares que no requerían de una gran infraestructura tecnológica ni de una gran aporte de capital.

La evolución de la colectividad italiana es el desarrollo de una cadena migratoria a la manera tradicional como se observará en otras regiones. Los establecimientos comerciales o industriales requerirán de la participación de personas confiables, por lo cual será constante y creciente la demanda de familiares, amigos o lugareños, a Italia, para incorporarlos al grupo laboral.

A través de esta vía se evidenciará, desde el primer momento, un notorio predominio de italianos procedentes de la Región Liguria. Desde entonces se produce una relación estrecha entre las dos regiones costeras. La presencia de los ligures en Valparaíso estará siempre sobredimensionada en relación al resto del país, ya que entre el 60 % y el 70 % de los italianos que se establecen en el principal puerto chileno proceden de las provincias ligures. Quizás las similitudes geográficas produjeron esta situación. De tal modo, para los inmigrantes provenientes de la tierra ligur, el paisaje de Valparaíso era muy similar.




La Araucanía
Artículo principal: Capitán Pastene
La actual comunidad italiana



La familia Alessandri en 1920, de la que vienen dos Presidentes de Chile: Arturo Alessandri (al centro de la foto, sentado) y Jorge Alessandri.

La inmigración italiana en Chile ha creado una comunidad de origen italiano, que ha alcanzado altos niveles de cohesión dentro de la sociedad chilena.

Una muestra de esta integración es el caso de la familia Alessandri. Al inicio del siglo XIX Giuseppe Pietro Alessandri Tarzi, vino de Toscana y trabajó como cónsul del Reino de Cerdeña en Santiago. Entre sus descendientes hay dos Presidentes de Chile: Arturo Alessandri (1920-1925 y 1932-1938); y Jorge Alessandri (1958-1964). También destacan las familias Barbagelata, Canepa, Cueto, De Gregorio, De la Cruz (Dellacroce), Falabella, Gallo, Garreton, Justiniano, Parodi, Pastene, Pontoni, Riffo, Solari, Torti, Vaccarezza, Vicencio, entre otras.

La prensa italiana cuenta con:
La Gazzetta Italiana nel Cile, publicada en Santiago por el director Nadir Morosi.
Presenza, quincenal publicado en Providencia desde 1969 por el editor Giuseppe Tommasi ("Padri Scalabriniani").

Cabe destacar que el idioma italiano viene siendo promovido por la asociación "Dante Alighieri" de Santiago y hay varias escuelas italianas en Chile: las principales son la "Vittorio Montiglio" en la capital y la "Arturo Dell'Oro" en Valparaíso. Además casi cincuenta organizaciones y asociaciones tutelan y sirven la actual comunidad italiana.

De acuerdo a informaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia en 2013, en Chile vivirían poco más de 50.000 personas con nacionalidad italiana.

Los apellidos de origen italiano, con 0,6 % de la población, ostentan el 4.º lugar de frecuencia en Chile, luego de los de origen español (casi 95 %), germano (1,3 %) y portugués (1,0 %).


FUENTE: ( http://es.wikipedia.org/wiki/Inmigraci%C3%B3n_italiana_en_Chile)

martes, 5 de mayo de 2015

Como Hacer la Salsa Boloñesa o Bolognese


PARTE 2 DE 2 CRONICA DE UN SUEÑO. ITALIANOS EN MEXICO.


PARTE 1 DE 2 CRONICA DE UN SUEÑO. ITALIANOS EN MEXICO


Inmigración italiana en México



La historia de la inmigración italiana en México empezó en los tiempos del Imperio español, pero la mayor parte de la inmigración italiana a México ocurrió hacia fines del siglo XIX. Los primeros italianos que llegaron al suelo mexicano fueron los frailes franciscanos y dominicos que acompañaron a los religiosos españoles en la conquista de las tierras americanas. Después de las guerras napoleónicas empezó en Italia el fenómeno de la "emigración de masa" y algunos italianos se trasladaron a México. Estos primeros emigrantes italianos procedían principalmente del Norte de Italia.1 Se asentaron principalmente en Zentla (Veracruz) (que fue el primer pueblo italiano en México y posteriormente al pueblo vecino de Tepatlaxco como segundo pueblo italiano en México2 ), Mazatepec, Tetelas y Chipilo (Puebla), Barreto (Morelos), Lombardía, Nueva Italia y Apatzingán (Michoacán), Aldana (Distrito Federal), Ciudad Altamirano y Chilpancingo (Guerrero), Monterrey (Nuevo León), Cuautitlán, El Oro, Valle de Bravo, Luvianos y Tejupilco (Edomex) y Ciudad del Maíz (San Luis Potosí).

México es el único país de Hispanoamérica donde se habla una lengua italiana. En Chipilo la gente conserva el idioma véneto como lengua de uso común desde 1902 y que forma parte del patrimonio cultural mexicano. Esta lengua es motivo de estudio para muchos lingüistas que se sorprenden de la riqueza lingüística de México respecto a otras lenguas que no son el español o las lenguas indígenas.

En 2010 había 15.902 ciudadanos con pasaporte italiano,[cita requerida] dispersos por todo el territorio nacional. La inmigración italiana en México no ha sido tan grande como en Brasil, Argentina y Uruguay, sin embargo se estima que aproximadamente trece millones de mexicanos tiene ascendencia italiana, sin contar a los descendientes mezclados. Existen algunas localidades con más de un 90% de descendientes directos de italianos, como son Chipilo, Gutiérrez Zamora, Zentla, Barreto, Giovannetti, Melchior y Lombardía.



Las relaciones entre Italia y México tienen raíces antiguas. Desde el tiempo de la Conquista y la colonización, no faltaron figuras de italianos que vivieron en este país y dejaron las huellas de su misión. Giovanni Bautista Schiapapria mejor conocido por su nombre castellanizado de Juan Bautista de Chapa, fue uno de los primeros pobladores del Nuevo Reyno de León, escribió una extensa e interesante narrativa de la vida y acontecimientos en dicho reino, además de dar origen y perpetrar el apellido "Chapa" entre sus descendientes que son bastante numerosos, principalmente en Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y sur de Texas. Giovanni Paoli, originario de Brescia, introdujo el arte de la imprenta en México y Estados Unidos en la primera mitad del siglo XVI. En Veracruz se admiran todavía las imponentes estructuras del fuerte de San Juan de Ulúa, proyectado y construido por el arquitecto militar Giovanbattista Antonelli. En los siglos coloniales numerosos misioneros se establecieron en el Norte, para evangelizar y explorar la parte del continente americano que se asoma al Pacífico. Basta citar al padre trentino Eusebio Francisco Chino, geógrafo y explorador que demostró que Baja California es una península; y a Giovanni María Salvaterra, misionero en California, fundador de colegios y provincias de su Orden en México. Durante el siglo XIX, una serie de militares italianos vinieron a México a combatir al amparo de la Bandera de los insurgentes, como Vincenzo Filisola de Potenza, que participó en la guerra de independencia y fue el primer oficial patriota en entrar en la capital el 24 de septiembre de 1821. Otro combatiente que llegó a las jerarquías más altas del ejército mexicano fue el conde Giuseppe Stavoli di Parma, sobreviviente de las guerras napoleónicas.3



Manuel Lombardini; presidente mexicano, descendiente de inmigrantes italianos.

México necesitaba inmigrantes para repoblar al país después de su independencia. Entonces se iniciaron campañas de apertura a la inmigración europea, pero debido a los movimientos armados del país se rechazó la propuesta de aceptar españoles, franceses, británicos y angloamericanos. La única opción que tenía México eran los italianos, austriacos y suizos. Los liberales aprobaron la política de fundar colonias italianas en territorio mexicano, pero se pusieron muchas condiciones: se aceptaron sólo aquellos ciudadanos que tuvieran dominio del trabajo agrícola y ganadero, que fueran cristianos (católicos), fuertes y sanos. Se quiso evitar una inmigración masiva e intentos de reconquista europea del territorio nacional.

Los italianos eran considerados por el gobierno mexicano como los menos peligrosos (o menos malos).4 El 16 de febrero de 1854 se firmó el primer decreto sobre inmigración en México, y doscientcisos colonos vénetos, lombardos y piamonteses se establecieron en Papantla (Veracruz), donde fueron defraudados por las autoridades locales después de una larga travesía de Génova hacia el Puerto de Veracruz. Ya afincados en suelo veracruzano, se estudió su comportamiento y su adaptación, buscando así la apertura de nuevas colonias de inmigrantes italianos. La colonia de Gutiérrez Zamora fue la primera que se consolidó como un excelente proyecto de inmigración, que se repitió en otros estados del país.

Los italianos y portugueses iniciaron su experiencia a finales de 1790 hacia la Nueva España y fueron los extranjeros que respetaron las reformas borbónicas mostrando lealtad al rey de España y sus colonias, un período caracterizado por una más general diáspora italiana en las Américas (en virtud de las presiones de la transformación económica y el proceso de unificación italiana en un Estado-nación en 1861), y el establecimiento de comunidades, principalmente en el centro y al occidente de México.

Sólo alrededor de 3.000 italianos emigraron a México durante este período, y al menos la tercera parte de ellos regresaron a Italia, o transmigraron hacia los Estados Unidos a causa de conflictos bélicos e internos del país. Posteriormente llegaron nuevas comunidades pero en menor escala.5

Aunque hubo una pequeña inmigración burguesa durante la colonia (en la que vino la familia de Manuel Lombardini, Presidente de México en 1853), la mayoría de los italianos que vinieron a México eran agricultores o trabajadores agrícolas de los distritos del norte mexicano. La mayoría de estos inmigrantes procedieron del norte de Italia, especialmente desde el nordeste de las regiones de Véneto, Lombardía, Trentino-Alto Adigio, Lacio, Toscana y Sicilia.6 Otros llegaron en las primeras décadas del siglo XX, incluidos muchos del sur de Italia.

El aporte de la comunidad italiana en esas décadas se manifestó en muchas áreas: en el campo de las Bellas Artes se recuerdan pintores como Eugenio Landesio, milanés, que enseñó en la Academia de San Carlos, además de Francesco Saverio Cavallari, oriundo de Palermo y profesor de la misma Academia; en arquitectura durante los primeros años del siglo XX trabajaron en México el arq. Silvio Contri, que hizo el edificio de la Secretaría de Transportes y el ferrarés Adamo Boari, a quien se deben el gran Palacio de Bellas Artes y el edificio de Correos en Ciudad de México.

Un número importante de colonos italianos, que llegaron a finales de 1800 y principios de 1900, recibió donaciones de tierras de parte del gobierno mexicano con las que crearon importantes colonias agrícolas como Nueva Italia y Zentla:

En efecto, en 1885 llegó a México Dante Cusi, nacido en Brescia en 1848 que, junto con Luis Brioschi, lombardo, se trasladó a Apatzingán (Michoacán) donde compró tierras baldías (terrenos nacionales incultos) y organizó dos grandes colonias agrícolas parecidas a las cooperativas agrícolas italianas: Hacienda Lombardía y Hacienda Nueva Italia. “Por 40 años, éstas fueron el modelo de colonización agrícola en México; desafortunadamente fueron desmembradas en tiempo de la reforma agraria del Presidente Cárdenas.




Los italianos en el siglo XX



Cementerio de italianos en la Ciudad de México construido en 1900.



Inmigrantes italianos en Monterrey (1905).

Los italianos emigraron a Chipilo en 1882, debido a las inundaciones que hubo en Véneto por el río Piave se anegaron algunos pueblos de la provincia de Belluno, fueron invitados a establecerse en México aprovechando su desgracia. Casi 3,000 colonos italianos se asentaron en esta localidad, donde todavía hoy se habla el dialecto veneciano de esos primeros colonos. La ciudad ahora cuenta con 4.000 habitantes y está siendo hermanada con una ciudad (Segusino) de la Región del Veneto.10

Los italianos de Chipilo son famosos en Italia por una batalla del Monte Grappa que hicieron en favor del presidente Carranza de México en 1917. Un centenar de ellos lograron rechazar el ataque del revolucionario Emiliano Zapata, que con 4.000 soldados trató de arrasar el pueblo de Chipilo. El entonces Presidente de México Venustiano Carranza nombró «general» Giacomo Berra, el jefe de los italianos de Chipilo, por esta victoria que fue celebrada también por la prensa del Reino de Italia11

Existen también asentamientos de familias chipileñas en otras zonas del país, como en el estado de Guanajuato (Irapuato, San Miguel de Allende) y Querétaro, que han continuado en su mayoría manteniendo la lengua véneta trabajando en la industria agropecuaria.12

Los Italo-mexicanos constituyen en México una minoría étnica no reconocida oficialmente, que presenta rasgos etnoculturales propios y distintivos. Actualmente en México hay 39 apellidos italo-mexicanos con mucha presencia: Bagatella, Barbisán, Berra, Bernardi, Bortolini, Bortolotti, Bronca, Compean Colombo, Crivelli, Croda, Desideri, Dossetti, Furio, Galeazzi, Lavazzi, Lomeli (Lomellini-Lomelin), Nanni, Martini, Mazzocco, Merlo, Minutti, Mioni, Montagner, Orlansino, Piloni, Précoma, Pelagio, Romeró, Salvatori, Scotto, Sebenello, Simoni, Spezzia, Stefanoni, Toto, Vanzzini, Zago, Zanella y Zecchinelli, Zilli. Otros, como Melo, Chiunti, Facinetto, Chicatti (Chicatto) y Zumpano tienen comparativamente pocos portadores en la comunidad. En la Huasteca Potosina, podemos encontrar familias con historia italina, como son los Cernichiaro (Charnichart), Mileo, Vizzeu, Giudiche(yudiche), Faticati, Furiatti, Florenzano;Jannuzzi, Zanatta, entre otros.

Parte de la influencia de la cultura italiana de Chipilo, Puebla se ve reflejada, aparte de los productos lácteos que han dado renombre a la comunidad, en la creación de franquicias del «Italian Coffee Company», la heladería italiana «Topolino» (Ratoncito), y la cadena de muebles fabricados en Chipilo llamada «Segusino».

En el siglo XX los italo-mexicanos se han integrado a la cultura local sin olvidar sus raíces ancestrales y lengua. La presencia es destacada: por ejemplo, la madre del ex-presidente de México Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) es de ascendencia italiana y la familia de Sasha Rionda es originaria del Piemonte. En Nuevo León hubo importantes comunidades italianas de diversas regiones del país, los sicilianos destacaron en comercio y la industria de la construcción, en la ciudad de Monterrey se levantó un monumento a los inmigrantes italianos el cual año con año es homenajeado conjuntamente con el alcalde regiomontano.

Algunos de sus descendientes de italianos se involucraron en el narcotráfico hacia los Estados Unidos porque tenían contactos y familiares en aquel país, entre los más renombrados fueron los del Cartel del Golfo y la Familia Michoacana.
Comunidad italiana en el siglo XXI



El guerrerense Rodolfo Neri Vela, primer astronauta mexicano de la NASA cuyos antecesores son italianos.

Hoy en día, muchos italo-mexicanos siguen residiendo en las ciudades fundadas por sus antepasados. Otras ciudades fundadas por inmigrantes italianos se encuentran en los estados de Veracruz Tepatlaxco Zentla Los Tigres13 ), Jalisco, San Luis Potosí, Tamaulipas y el Distrito Federal.

Si se llega a viajar a los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Nuevo León, Tamaulipas y Sinaloa, se puede notar que hay una gran porción de descendientes de italianos, resultado de la época de la emigración de franceses e italianos. Más pequeño, pero también notable, el número de italo-mexicanos que se establecieron en El Oro Estado de México, y en las Ex-Haciendas (hoy ciudades) de Nueva Italia y Lombardía (hoy en día de nombre Gabriel Zamora) en el estado de Michoacán: fueron ambas fundadas por Don Dante Cusi originario de Gambará, Brescia, y posteriormente habitadas por los seguidores de Don Dante que emigraron de Italia (quienes ayudaron en los trabajos agrícolas altamente especializados y avanzados en su época, junto con la gente local).

Hoy en día el manejo de las tierras michoacanas por los Cusi sigue siendo objeto de estudio en Universidades Inglesas. Playa del Carmen, Mahahual y Cancún en el estado de Quintana Roo también han recibido una notable cantidad de inmigrantes de Italia.

Se calcula que aproximadamente 8.850.000 mexicanos tienen ascendencia italiana[cita requerida] y entre ellos se encuentra una comunidad de alrededor de 25.000 personas que poseen pasaporte italiano y que hablan el italiano o algún dialecto de Italia. Hay que precisar que el estudioso Antonio Peconi afirma que habría que sumar unos 800 mil descendientes más a las personas de ascendencia italiana ya que hay que agregar todos los hijos ilegítimos que tuvieron los emigrantes italianos desde los tiempos de la colonia (especialmente con mujeres indígenas y mestizas, que no reportaban oficialmente la paternidad). O sea que probablemente los mexicanos con raíces italianas son más de un millón cien mil actualmente (casi el 1% de la población total de México en el 2010)14

La gran mayoría de los italo-mexicanos ha alcanzado un alto nivel social en la actual sociedad mexicana. Uno de los más conocidos es Daniel Mastretta, creador del primer carro deportivo hecho y diseñado en México industrialmente: el Mastretta MXT.

Los nuevos inmigrantes italianos de las últimos años se han asentado especialmente en centros turísticos como la Riviera Maya, la Península de Baja California, Puerto Vallarta, Cancún y otras localidades, donde han adquirido vivienda y han generado fuentes de empleo como restaurantes, hoteles y centros de entretenimiento (como es el caso de Matamoros y Tampico, ambas ciudades importantes del estado de Tamaulipas).
Cultura italiana en México



La ensalada César, forma parte de la gastronomía bajacaliforniana.



La fiesta italiana de la Befana en Chipilo, Puebla.



La piñata llegó de Italia a la Nueva España.

La fiesta de la befana es una celebración chipiñeña que llegó procedente de Véneto Italia, es la celebración más conocida en la localidad, pero existen otras tradiciones típicas de Segusino que han rescatado entre los chipileños, como el juego de bolos, los cantos, y diversas tradiciones que practican los niños, así como celebraciones mexicanas que se han ido integrando a la cultura chipileña, tales como las posadas navideñas y las celebraciones del 15 y 16 de septiembre.

Eduardo Montagner Anguiano es un escritor mexicano nacido en Chipilo de Francisco Xavier Mina, estado de Puebla, México.15 Es un escritor de la lengua véneta y castellana; muy en especial de la variante de chipileño,16 sus obras literarias son parte de la literatura del siglo XXI de México y mantienen una identidad propia de la localidad poblana de Chipilo. Es licenciado en lingüística y fiel defensor de las lenguas minoritarias de México (enfocándose en partícular a la variante del chipileño).17

Dentro de la gastronomía de México existen muchos aportes de los alimentos traídos por los inmigrantes italianos. La ensalada César, forma parte de la gastronomía bajacaliforniana y tiene su origen en la cocina italiana que se ha completado con la otros inmigrantes. Los vinos también son parte importante de la cocina bajacalifornia, y la familia Cetto ha impulsado la industria vitivinícola en el Valle de Guadalupe conjuntamente con otros empresarios.

La artesanía piñatera mexicana ha llegado procedente de España y a su vez de Italia con una relación histórica que surgió en el viejo mundo, la tradición de romper piñatas en México nace con las posadas navideñas y se extiende la costumbre en los cumpleaños infantiles. Las piñatas son una amalgama de tradiciones sincretizadas venidas de diversas regiones del mundo, surge en China la tradicción,18 llega a Italia a través de Marco Polo, luego se extiende la costumbre por los frailes quienes la trajeron a la Nueva España por donde la costumbre se arraigó y adquirió una particularidad cristiana con raíces aztecas que hoy en día forma parte de las costumbres más comunes de México.
Comunidades italianas



Mastretta MXT diseño italiano, en México.

En efecto llegaron colonos italianos a Veracruz (Colonia Manuel González en Zentla y a tepatlaxco ), a Morelos (Colonia Porfirio Díaz), al D.F. (Colonia La Aldana), a San Luis Potosí (la Colonia Ciudad del Maíz) y a dos regiones de Puebla (en Mazatepec la Colonia Carlos Pacheco y en Chipilo la Colonia Fernández Leal). De todas éstas, la única que se mantiene sólida (con su idioma y costumbres) hasta hoy es la de Chipilo. Los otros colonos se disgregaron, se mezclaron y perdieron lengua, costumbres y demás rasgos distintivos.

Las comunidades italianas actualmente tienen varias estructuras sociales y culturales (como el "Istituto Italiano di Cultura", la "Dante Alighieri", las "Casas de Italia" y los "Círculos de emigrados").19 También cuentan con una revista altamente calificada, llamada "Punto d’Incontro" 20

Las principales comunidades italianas en México se distinguen por la región italiana de origen, siendo las del Veneto, Emilia-Romagna, Lazio, Lombardia, Lazio y Trentino las más numerosas.
Emiliano-romañoles

Los emiliano-romañoles son una comunidad que vive en México desde el siglo XIX. Su presencia es notable sobre todo en la industria, el turismo y los negocios. Su llegada se hizo desde la independencia de México; y al igual que otras comunidades se disgregaron en ciudades como Ciudad de México, Guadalajara (Jalisco), Mazatlán (Sinaloa), Tampico, Matamoros, Veracruz, Monterrey, Puebla de Zaragoza, y Córdoba (Veracruz).
Latinos



Monumento del David, en honor a los inmigrantes italianos, en la Colonia Roma.

La Colonia Roma es un barrio de la Ciudad de México construido a partir de principios del siglo XX en una zona ubicada cerca del centro de la ciudad. La denominación que los capitalinos utilizan comúnmente como "Colonia Roma", es usada para designar lo que en realidad comprende dos grandes colonias. Aunque el ambiente y el diseño de los edificios de este lugar alude al afrancesamiento parisino, el nombre de la colonia alude a Roma, Italia.

Los latinos son una comunidad destacada de italianos que viven en México. Su presencia es notable sobre todo en la industria, el turismo y los negocios. Su llegada se produjo desde la independencia de México; y al igual que otras comunidades se disgregaron en ciudades como Ciudad de México, Cancún, Guadalajara, Puerto Vallarta, Matamoros, Monterrey, Puebla de Zaragoza, playa del Carmen y Mérida.
Lombardos

Los lombardos son una comunidad destacada entre los italianos que viven en México. Su presencia es notable sobre todo en la industria y los negocios. Su llegada se produjo desde la independencia de México, pero su mayor presencia se dio a principios de los años 70. Al igual que los trentinos y vénetos se disgregaron en ciudades como Lombardía, Nueva Italia, Morelia, Monterrey, Puebla de Zaragoza, Ciudad Altamirano, Chilpantzingo, Punta Colonett, Ensenada, Zamora, Irapuato, Matamoros y Mérida. Su principal centro de reunión viene siendo periódicamente la Ciudad de México.

Dante Cusi, fue el fundador de las Haciendas "La Lombardia" y la Nueva Italia en Michoacán (interconectadas por su propio servicio de ferrocarril traído pieza por pieza por él y sus hijos de Alemania), ambas Haciendas eran para su época muy modernas, contaban con Servicio Médico propio en ambos cascos de las mismas, Molinos movidos por la fuerza del agua para procesar el arroz, maquinaria moderna, talleres, empacadoras de arroz, once escuelas para los hijos de los trabajadores, iglesia, rastro higienico para porcesar carnes, también fue benefactor de hospitales en Morelia y Uruapan.

En Baja California los lambardos iniciaron la prodicción vitivinícola más ambiciosa en el Valle de Guadalupe, hoy en día los ascendientes de lombardos son importantes productores de vinos blancos y tintos con calidad de exportación hacia el mercado los Estados Unidos, Europa y América Central.
Piamonteses

Los piamonteses son una comunidad que vive en México desde el siglo XIX, sin duda alguna, la colonia fundada por Piamonteses fue llamada La Estanzuela, en le municipio de Cocula, estado de Jalisco. Dicha colonia piamontesa fue eminentemente agrícola y productora de lácteos.

Su presencia es notable sobre todo en la industria, el turismo y los negocios. Su llegada se hizo desde la independencia de México; y al igual que otras comunidades se disgregaron en ciudades como Tapachula, Tuxtla Gutiérrez, Ciudad del Carmen, Villahermosa (Tabasco) y Córdoba (Veracruz).
Sicilianos

Los sicilianos son una comunidad que llegó a México proveniente de los Estados Unidos en 1868. Su presencia es notable sobre todo en la industria, el comercio, las artes y los negocios. Su llegada se produjo desde los Estados Unidos hacia el noreste de México. Al igual que otras comunidades se disgregaron en ciudades como Guadalajara, Mazatlán, Piedras Negras, Monterrey, Monclova, Saltillo, Matamoros, y Tampico.
Tiroleses



Arquitectura alpina italiana, en Valle de Bravo.

Los trentino-bolzaneses son una comunidad destacada entre los italianos que en viven en México. Su presencia es notable sobre todo en la educación y los negocios. Su llegada se produjo desde la independencia de México, pero su mayor presencia se dio a principios de los años 70. Entre ellos hubo algunos de lengua alemana (dialecto tirolés austríaco). Se establecieron principalmente en Zentla21 y en ciudades como Toluca, Mazatlán, Irapuato, Monterrey, Ensenada, Mérida. Su principal centro de reunión, donde se congregan periódicamente, es en la Ciudad de México.

Los trentinos fundaron la "Colonia Manuel González", en el estado de Veracruz y en ella prosperaron en el ganado, la producción forrajera y productos lácteos de gran calidad.

Otro caso fue la fundación de la colonia Diez Gutiérrez cercana a la Ciudad del Maíz en la Huasteca Potosina. La mayoría de estos emigrantes llegaron de la parte Trentina del norte de Italia y el Tirol Austriaco, dándole a esta colonia un legado especial como la única colonia "Austro-Italiana" en el mundo. Existe nexos con los Trentini nel Mondo que poco a poco van descubriendo la trágica historia de esta colonia que sufrió mucho a manos de guerrilleros en la Revolución, hoy en día la colonia cuenta con menos de 200 personas pero miles al rededor de México, en especial en la ciudad de San Luis Potosí y en el estado de Tamaulipas. Hay planes turísticos para esta zona encabezados por Don Rene Altschuler, descendiente de estos emigrantes Tiroleses.
Vénetos

Los vénetos son una comunidad numerosa en México. Su presencia es notable sobre todo en la industria, los negocios y el turismo. Su llegada se produjo desde la independencia de México, pero su presencia masiva se dio a principios de 1912. Al igual que los trentinos y lombardos se disgregaron en ciudades como Puebla de Zaragoza, Huatusco, Irapuato, Córdoba, Xalapa y la Ciudad de México. Principalmente los vénetos originarios de Segusino22 fundaron Chipilo de Francisco Xavier Mina (que en los primeros veinte años fue llamado Colonia Fernández Leal): esta ciudad era un experimento del gobierno mexicano con población exclusiva de colonos extranjeros.

Los inmigrantes vénetos vinieron a México en busca de tierras fértiles y huyendo de la pobreza que azotaba la región del Véneto en esa época, a causa de los desastres naturales. La gran mayoría de los vénetos se dedicaron a la ganadería, la siembra de pasturas o forrajes y la elaboración de productos lácteos: gracias a todo esto se volvieron famosos en muchos lugares de México.

Los vénetos de Chipilo en el pasado se han caracterizado por un vínculo profundo con el Reino de Italia, hasta el punto de llamar "Monte Grappa" una colina sobre la ciudad (durante la Batalla de Chipilo) donde los emigrantes italianos participaron en una feroz batalla contra la revolución: ahí defendieron heroicamente el suelo que el gobierno de Porfirio Díaz les había otorgado.

El 25 de enero de 1917, cien chipileños armados defendieron su tierra contra cerca de cuatro mil revolucionarios de Emiliano Zapata, refugiándose en el cerro llamado "Monte Grappa": El presidente Venustiano Carranza de México nombró "general" a Giacopo Berra, como jefe de Chipilo en lengua italiana. Este nombramiento ocurrió después de la batalla y fue publicado por la prensa italiana, siendo reconocido por el Reino de Italia durante el fascismo.

Existen también asentamientos de familias vénetas chipileñas en otras zonas del país, como en Veracruz, Morelos, Guanajuato y Querétaro, que han continuado en su mayoría manteniendo la lengua véneta y trabajando en la industria agropecuaria. Otros asentamientos vénetos fueron en los ranchos de Cuautitlán y en Teoloyucan, Estado de México.


FUENTE : (http://es.wikipedia.org)


lunes, 4 de mayo de 2015

LLEGADA DE LOS PRIMEROS COLONOS INMIGRANTES A RESISTENCIA



LA INMIGRACION EUROPEA






"Llegada de los primeros inmigrantes a Resistencia" Óleo
de Alfredo Pértile

A fines de noviembre de 1877 una multitud se agolpaba en el puerto de Génova (Italia), cargando sus equipajes y efectos personales para abordar al buque de vapor “Sud América” que partía rumbo a Buenos Aires. Eran 700 esperanzados inmigrantes procedentes de distintas partes de Italia: familias enteras de hombres, mujeres, ancianos y niños que se disponían a enfrentar la incierta travesía marítima de 25 días, rumbo a un más incierto futuro en una tierra desconocida pero promisoria: Argentina. Entre el numeroso pasaje se encontraban las 39 familias (Unas 200 personas) procedentes de la Provincia de Udine ubicada en la llanura del Véneto al NE de Italia, que poco tiempo después arribarían a la Colonia .

Este embarque de inmigrantes hacia América no constituía un hecho aislado en el continente europeo, pues se calcula que entre 1846 y 1924 llegaron al continente americano procedentes de Europa, unos cincuenta millones de migrantes. La creciente industrialización de los países del centro y norte de Europa, la aplicación de la división internacional del trabajo por parte de los países capitalistas y el rápido empobrecimiento de las zonas agrícolas por el desplazamiento de las inversiones a las regiones industriales, produjeron este éxodo masivo alimentado también por el alto índice de natalidad y la brusca caída de la tasa de mortalidad en los países europeos durante el siglo XIX.
En la Provincia de Udine, perteneciente a la región del Friul en el Norte de Italia, sus pobladores eran mayoritariamente agricultores y en menor medida artesanos. Cultivaban chacras de reducidas dimensiones en carácter de arrendatarios y debían recorrer grandes distancias para trabajar pues sus viviendas se hallaban lejos de los cultivos. Estos consistían en la papa, la vid, el trigo, el maíz y la cría del gusano de seda, pero la escasa rentabilidad que les proporcionaba su venta no les alcanzaba para cubrir sus necesidades ni para vislumbrar un futuro para sus hijos.



Arribo de inmigrantes a Buenos Aire
(Foto Arch. Gral. de la Nación)


Nuestro país fue uno de los lugares de mayor atractivo para la inmigración europea durante la segunda mitad del siglo XIX. En un principio los inmigrantes llegaron en forma espontánea, luego se crearon algunas colonias durante la Presidencia de Urquiza, mediante la concesión a compañías particulares. Pero fue recién a partir de la sanción de la Ley 817 de Inmigración y colonización durante la Presidencia de Nicolás Avellaneda en 1876, que el Estado Nacional comenzó realmente a tener una política inmigratoria y un control sobre la colocación de los inmigrantes, la acción de las compañías particulares de colonización y la distribución de la tierra a los colonos, aunque no se pudieron evitar muchos abusos que conspiraron contra el éxito de esta política.


LA COLONIA RESISTENCIA


El paraje “San Fernando”, donde en el siglo XVIII se había fundado la reducción jesuítica de San Fernando del Río Negro con la tribu de indios abipones del cacique Naré y posteriormente abandonada con la expulsión de la Orden en 1767, era en el siglo XIX un centro de explotación maderera. Sus dueños y sus peones –en su mayoría procedentes de Corrientes- habían establecido un conglomerado humano que sostenía la actividad de unos 15 obrajes hacia 1870. Esta población que, según informes de la época, alcanzaba a 800 personas de origen criollo, ocupaba también a unos 1.500 peones indígenas para el corte y labranza de las ricas maderas de la zona.



Mapa del trazado de la Colonia Resistencia
por la Comisión Fóster-Seelstrang

Este paraje fue elegido por la Comisión Exploradora integrada por los Ingenieros Enrique Foster y Arturo Seelstrang, para trazar en octubre de 1875 una colonia-cantón, en cumplimiento de la Ley 686 sancionada durante la presidencia Domingo F. Sarmiento en 1874. Esta norma legal creaba la Jefatura Política del Chaco y establecía la fundación de cuatro colonias-cantones sobre la margen derecha del Río Paraná en territorio chaqueño. A esta colonia se la bautizó con el nombre de “Resistencia” por haber soportado con éxito y haberse mantenido a pesar de una serie de intensos ataques indígenas que ocurrieron allí entre los días 10 al 12 de junio de 1875 y que alcanzaron resonancia nacional. En abril de 1876 esta Colonia tenía ya su Comisario de Administración en la persona de Jaime Sosa, cuya misión era la de organizar la misma y alojar y distribuir a los colonos inmigrantes o nacionales que allí se enviaran
por parte de los organismos de Inmigración y Colonización de la Nación.


RUMBO AL CHACO






Familia Pértile llegada a Resistencia en 1878
 El vapor “Sud América” zarpó de Genova el 1º de diciembre de 1877 con su carga esperanzada de hombres, mujeres y niños, y arribó a Buenos Aires el 26 de diciembre, previa escala en Montevideo. Según lo expresó el Comisario Nacional de Inmigración D. Juan Dillon, se decidió enviar a un contingente de colonos al Chaco, por no tener más ubicación en las otras colonias que ya estaban en funcionamiento. Según el historiador chaqueño Seferino Geraldi –quien pudo interrogar a sus abuelos inmigrantes- esto ocurrió porque las autoridades les ofrecieron instalarse como arrendatarios en colonias de Entre Ríos y Santa Fe, lo cual no era lo acordado antes de embarcarse rumbo a nuestro país. Los colonos tenían la firme resolución de ser propietarios de las tierras que ocupasen y para ello estaban disponibles,sólo las colonias creadas en el Chaco. Rápidamente la Dirección Nacional de Tierras y Colonización decidió aprobar la mensura y trazado de la Colonia Resistencia –efectuada como vimos en 1875- por Resolución del 27 de Enero de 1878, medida administrativa que no tuvo efecto práctico alguno, pues los mojones del trazado ya se habían perdido y hubo que mensurar de nuevo el terreno para distribuir los lotes cuando ya los colonos estaban en el lugar.
Así es como el contingente de 39 familias inmigrantes que iban a poblar por primera vez en el Chaco, partió el 17 de Enero de 1878 en el vapor “Río Paraná” con destino a Corrientes, ciudad a la que arribaron el día 21 después de soportar las alternativas de una fuerte tormenta “que los asustó tanto como el mar”, según el relato del historiador Geraldi. Fueron recibidos por los integrantes de la Comisión de Inmigración local y por el Comisario de la Colonia Jaime Sosa. Al día siguiente partió una delegación de colonos encabezada por Girolamo Pérez e integrada por Luis Pessano, Pedro Dellamea y Giulio Giraldo, entre otros, acompañados por el Comisario Sosa, con la finalidad de inspeccionar el terreno de la Colonia. Allí pudieron visitar las instalaciones de los obrajeros: Cnel. José María Avalos, Félix Seitor, Brígnole, Ameri, Corsi, Sicard y otros que habitaban desde hacía varios años el paraje San Fernando con su peonada.




Primer Comisario de Administración
de la Colonia Resistencia


Satisfechos con las condiciones de los terrenos para el cultivo y con la seguridad que les brindaba las empalizadas de palo a pique que habían levantado los obrajeros contra los ataques indígenas (aún estaba fresco el recuerdo de los que ocurrieron entre 1875 y 1876), los delegados volvieron a Corrientes y se dispusieron a efectuar el traslado de todo el contingente hacia su destino final. En la tarde del 26 de Enero dos lanchones remolcados por un vapor zarparon del puerto de Corrientes llevando a las familias colonizadoras rumbo a la costa chaqueña. Después de cruzar el Paraná sin inconvenientes se internaron en el Río Negro con destino al Puerto de San Fernando (donde hoy se encuentra el puente del mismo nombre). El viaje que sólo debía demandarles pocas horas, se vio seriamente dificultado por los embalses de vegetación acuática que impedía el avance del convoy. Esto obligó a los colonizadores a pasar la noche en medio del río a pocos kilómetros de su destino, rodeados de la selva, soportando las altas temperaturas del verano chaqueño y martirizados por los mosquitos.


INSTALACION DE LOS COLONOS






Familia Simoni llegada a Resistencia en 1879
 Finalmente, en la mañana del 27 de Enero de 1878 arribaron al Puerto de San Fernando, donde los esperaban el Comisario Jaime Sosa y los obrajeros que habitaban el paraje. Como la Administración de la Colonia aún no había construido el albergue para los recién llegados –tal como lo disponía la Ley-, una parte del contingente fue alojado en las viviendas de los obrajeros, pero el resto debió pasar los primeros días a la intemperie.
A partir de allí comenzó la etapa más penosa de la colonización de Resistencia. Los inmigrantes debieron adaptarse a las durísimas condiciones del clima y del ambiente selvático a los que no estaban acostumbrados. A poco de llegar, una gran inundación del Paraná, acompañada de copiosas lluvias y fuertes tormentas, los aisló de los puntos de abastecimiento y les produjo enfermedades de gravedad. También tuvieron serios problemas para acceder a las tierras de labranza que debían asignarles, no sólo por las malas condiciones climáticas, sino porque debió realizarse una nueva mensura en medio de serios conflictos entre el Administrador de la Colonia y los antiguos obrajeros. De todos modos y contra muchos pronósticos agoreros que anunciaban el pronto abandono de la Colonia, ésta se mantuvo y tras el primer contingente vinieron otros durante 1878 y especialmente en Enero de 1879, cuando llegó un numeroso grupo de familias procedentes de la región del Trentino.(Italia)


FUENTE: (http://marcos-altamirano.blogspot.com.ar)

135 años del arribo de los italianos a Resistencia. La historia escrita por Amelio Seferino Geraldi




“En la mañana del día 27 de enero de 1878, sin lugar a dudas, la fecha histórica más trascendente del Chaco, puesto que allí nació, prácticamente, la ciudad de Resistencia; de allí en más tuvo existencia real ella (y el Chaco todo) como tierra colonizada…”


Así escribe el historiador Seferino Amelio Geraldi que “se preocupó por rectificar aseveraciones erróneas, como las relativas al origen del nombre “Resistencia”, o a la fecha de arribo y composición del primer contingente de italianos” y señala una colonización regida por el signo de la paz e integración, ya que los inmigrantes llegados tuvieron buenas relaciones con los naturales de la tierra, a los que consideraron semejantes. Los agricultores italianos que llegaron al Chaco sabían de la injusticia y el sufrimiento, puesto que en el año 1877 hacía poco tiempo que Italia había sacudido el yugo austro-franco-borbón y tampoco tenían posibilidades de superación en su tierra natal (al igual que sus antecesores) pues las tierras que ellos habitaban eran propiedad de grandes terratenientes que no vendían parcelas, o sea que siempre serían inquilinos, por eso, cuando llegó a ellos la propaganda de la Ley 817 de Inmigración y Colonización perteneciente a la República Argentina, optaron por venir a nuestra Patria.

El 1º de diciembre de 1877 salieron del puerto de Génova en el vapor Sud-América en camino al destino elegido, viaje que les depararía “insólitas vicisitudes y sorpresas”. Después de 26 días de viaje desembarcaron en Buenos Aires.

Cuando los inmigrantes tuvieron conocimiento de que pensaban mandarlos como arrendatarios a colonias creadas de las provincias de Entre Ríos y de Santa Fe, manifestaron a las autoridades “que habían venido a la Argentina para trabajar cada uno una chacra de su propiedad, tal como lo establecía la ley nº 817” que conocían por los folletos enviados por el gobierno argentino a Italia. Evidentemente el temple y decisión de “nuestros” inmigrantes hicieron pensar a la Comisión de Inmigraciones y a la Oficina de Trabajo que estaban frente a los hombres capaces de encarar la colonización de una de las colonias demarcadas por los agrimensores Arturo Seelstrang y Enrique F. Foster dos años antes, por lo que decidieron enviarlos al Chaco.

El jueves 17 de enero, en el vapor “Río Paraná” salieron de Buenos Aires rumbo a Corrientes las 39 familias italianas de la Región del Friuli, destinadas a poblar Resistencia, llegaron al puerto de la vecina ciudad el 21 del mismo mes; permanecieron unas días en Corrientes, allí un sacerdote de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced interrogó a los inmigrantes sobre su destino, cuando le dijeron que era el Chaco, vieron lágrimas en los ojos del cura, sorprendidos los italianos buscaron explicación y recibieron la siguiente: “En el Chaco han fracasado todos los intentos de poblarlo en forma definitiva”.

En la tarde del 26 de enero de 1878 en dos lanchones remolcados por un vaporcito, partieron de Corrientes, hacia el Chaco Debido a inconvenientes desembarcaron recién el día 27 de enero. A pesar de las incertidumbres la gran preocupación de los recién llegados era la calidad del agua para beber, al recibir información sobre la bondad de la misma la expresión fue: “Si el agua es buena lo demás no interesa tanto”.

La ubicación de los inmigrantes con sus familias se complicó debido a que los mojones y estacas colocados cuando se hizo el trazado de Resistencia no estaban, debido quizás a que transcurrió bastante tiempo entre ese hecho y la venida de los primeros pobladores friulanos; de todas maneras muchos se instalaron..


FUENTE: ( http://datachaco.com )

Primeros Inmigrantes en Chaco


BREVE RESEÑA HISTORICA


A partir de las conclusiones obtenidas por un censo hecho por Sarmiento, se tomaron numerosas medidas para fomentar la inmigración.
El sueño de Sarmiento era la llegada de inmigrantes europeos cultos y deseosos de aprovechar las oportunidades de un país en crecimiento. El quería imitar el modelo de inmigración norteamericano; sin embargo, la mayoría de los inmigrante que vinieron al país era pobres e iletrados, situación favorecida por la legislación de la época. Ya la constitución de 1853, la promovía al declarar que “el gobierno federal fomentara la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni grabar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes”. En un principio se les daba facilidades a los inmigrantes, pero no se les garantizaba la posesión de las tierras que trabajaban. La situación comenzó a regularizarse en 1875, cuando se creo la Comisión general de Inmigración, y, en 1876 se dicto la ley Nº 761, llamada Ley de Inmigración y Colonización.


De lejanas naciones

Entre 1871 y 1915, la Argentina recibió casi 5.000.000 de inmigrantes europeos, originarios de pueblos y culturas diversas. Los principales pueblos o grupos étnicos que llegaron a nuestro país fueron italianos, españoles, franceses, sirios-libaneses, ingleses, alemanes, armenios, rusos, polacos, suizos y galeses. También vino un Nº importante de judíos, quienes habitaban en distintos países de Europa. Los italianos fueron los mas numerosos: alrededor del 50 % d toda la masa inmigratoria: Y esta es una de las razones por la cual, mas tarde, iban a ocupar un lugar destacado dentro de la vida económica y cultural del país. A los italianos les siguieron en importancia los españoles: alrededor de un 20% del total. Sin embargo, los adelantados fueron ingleses, galeses, alemanes y suizos que arribaron con anterioridad a 1860, aunque en grupos muy pequeños.



Rusos: Se distinguen de los otros grupos por su ingreso tardío y por las diferencias de lenguas (árabe, ruso) y de religión (judía, musulmana, ortodoxa) y sus costumbres. Llegaron a nuestras pampas de distintas regiones de la Rusia de los Zares. Muchos de ellos eran agricultores y comerciantes.

Españoles: Vinieron un poco más tarde que los italianos. Provenían principalmente de Galicia, Asturias, El País Vasco, Cataluña y castilla.

Turcos: Un grupo poco numeroso. Por error también se los considero turcos a muchos árabes, que arribaron a la Argentina con pasaporte de Turquía.

Italianos: Estos conformaron el grupo más numeroso. Por su número, sus industrias, sus comercios, sus capitales y sus profesionales; ocupaban un lugar prominente en la vida económica y social de la ciudad de Buenos Aires. También era muy importante este grupo en Santa Fe y Rosario. Hasta 1894, el mayor número provino del norte de Italia. Mas tarde, el grueso de los contingentes llego desde el sur de ese país.

Alemanes: no fueron muchos, pero en general tenían cierta instrucción profesional y medios económicos. Venían de Alemania, Austria y de las colonias alemanas del Volga.

Judíos: no venían de un país sino de varios, ya que entre 1850 y 1930 (periodo de la gran inmigración) este grupo étnico no tenia aun un estado constituido.



Porcentajes

El censo nacional de 1869 dio el siguiente resultado con respecto a las principales colectividades extranjeras radicadas en Argentina:

Italianos 71.442 3.90% del total
Españoles 34.080 1.8% del total
Franceses 32.383 1.7% del total
Ingleses 10.709 0.6% del total


En el censo nacional de 1895 se mantuvo el mismo orden con las cifras que siguen:

Italianos 492.676 12.4% del total

Españoles 198.685 5% del total

Franceses 94.098 2.3% del total

Ingleses 21.788 0.6% del tota



En el censo nacional de 1914 se observa el siguiente resultado

Italianos 929.863 11.7% del total
Españoles 829.701 10.5% del total
Rusos/Judíos 93.701 1.18% del total
Uruguayos 86.428 1.09% del total
Franceses 79.491 1% del total 



FUENTE: ( http://inmigrantesenchaco.blogspot.com.ar/)